lunes, 7 de octubre de 2013

El público opina

     Pues el artículo que publicamos la semana pasada ha tenido sus lectores y esto ocasionó variadas reacciones. Eso nos llena de alegría, ya que no pretendemos tener la verdad absoluta sobre el quehacer teatral (ni creemos que exista un depositario de la misma). Por el contrario, estamos convencidos de que el teatro se nutre con el diálogo y la interacción con los demás.
     Por éste motivo, nos atrevemos a publicar una de las respuestas más interesantes que recibimos. Llamémoslo, el público opina.
     Quiero aclarar que el siguiente texto fue escrito por alguien que no se dedica al teatro, sino por un abogado, aunque, debo reconocerlo, un lector empedernido y amante de la expresión artística en general.

  • ¿ Por que se hace teatro ?, para esta pregunta, en resumen, se encontrarán diversas respuestas, todas ellas provenientes, por lo general, de la necesidad de enlazar el pensar, el decir y hacer por una satisfacción protagónica que busca el artista que se jacte de serlo, si no; no seria artista. Porque, ¿a quién no le gusta un buen aplauso?, que se le reconozca su labor y mas aún, que se le reconozca por las muchas personas que por él han existido, por los personajes a que ha dado vida; y su trabajo sea alabado por las gentes en la calle, en el bar, etc... Ah, ¡que delicia ser protagónico y reconocido además! ¡Es el alimento del artista!
    No creo eso de que se hace por el arte y por el bien de los demás; se hace por que se gusta, porque es agradable ser reconocido en lo que se hace; cómo cualquier profesionista o artesano u obrero, nos gusta sentir el aplauso y eso no esta de sobra, y esta bien.
    Y a la pregunta, ¿cuál es la finalidad de hacer teatro? Yo diría, como bien dices tú, que el sentido de hacer teatro sería mas bien el trascender, entreteniendo al público, público que merece en todo momento el respeto suficiente, que independiente del protagonismo del artista, el público salga satisfecho con lo que se le presentó y pueda decir: ¡valió la pena, está de pocas! te lo recomiendo.
    Entretener a una persona es fácil, a lo mejor a dos; pero a un público amplio, a un conglomerado que cada cerebro actúa piensa y discierne distinto, es complicado y no puede hacerse si no se le respeta y se piensa en él para que se entretenga, se sienta satisfecho.
    El artista debe de considerar un aspecto primordial; antes de su paga o su peca, de su lustre o su brillo, de su protagonismo o su satisfacción; debe de pensar en entretener y buscar satisfacer a ése público, por ello es mejor pensar ¿cuál es la finalidad de hacer el teatro que hago? y considerar como respuesta, que la finalidad es entretener. La paga y la peca, el lustre y el brillo, el aplauso o el abucheo; viene después. Entretener, es otorgar un poco de vida al alma atribulada por el hacer cotidiano, me parece centrada y madura tu posición ENTRETENER debe de ser la finalidad del teatro, como GARRICK : ENTRETENER riendo, aunque se llore.
     Gerardo E. Salas V.

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martes, 1 de octubre de 2013

¿Por qué hacemos teatro?

      Técnica vocal, entrenamiento físico, análisis de textos, historia del arte, apreciación, son las materias básicas que cualquier actor, que acuda a una escuela, toma para convertirse en "alguien apto para subirse a un escenario". Un montón de conocimientos técnicos nos son enseñados y, con eso, piensan que estamos listos para salir a enfrentarnos al público.
     No me lo tomen a mal, no estoy diciendo que dichas materias, dichos principios técnicos, no sirvan. Sin importar el talento que una persona pueda tener, sin técnica no va a poder ser un buen actor. Todos los que nos atrevamos a pisar un escenario necesitamos tener conocimientos que nos permitan proyectar nuestra voz, ser escuchados; pararnos en el escenario, ser vistos; comprender y expresar un texto, conectarnos con el público. Es por eso que las escuelas hacen hincapié en enseñar a sus educandos ésa currícula. Sin embargo, la técnica, por sí sola, no forman a un actor.
     Hay una discusión, a mi punto de vista, muy importante que, desgraciadamente, es evitada en la mayoría, por no atreverme a decir que en todas, las escuelas de teatro, ¿por qué hacemos teatro? ¿Cuál es la finalidad principal de nuestro arte?
     Muchas respuestas se han dado a dicha cuestión. Crear arte, engrandecer el espíritu humano, enseñar cosas nuevas, llevar esperanza a los demás, cultivar y educar entre muchas otras visiones. Por muy respetables que sean todas éstas formas de pensar, me atrevo a diferir, no me gusta la posición en que ponen al público.
     Si analizamos con detenimiento todas las respuestas tienen una forma común, ponen al actor, al artista ejecutante, por encima del público el cual, pobre e inculto cual es, tiene que recurrir a nosotros para cumplir su formación.
     La postura que defiendo respecto a ésta cuestión es simple, nuestra función primordial es ENTRETENER. Sé que suena simple y mundano, no tiene el caché de otros razonamientos, sin embargo, le da un lugar privilegiado al público dentro de nuestro quehacer.
     Veo con buenos ojos que los creadores decidan poner ímpetu en las cuestiones estéticas y elevar nuestra actividad a niveles artísticos. Me parece muy bien que se preparen intelectualmente para llevar, dentro de su espectáculo, conocimientos de interés. Pero lanzo una pregunta, ¿quién quiere salir de la comodidad de su hogar, desplazarse a un foro y pagar un boleto de entrada para sentarse en un salón de clases glorificado? Si la gente deseara de sobremanera que su espíritu se engrandeciera, los templos estarían llenos diario, no solo los días de guardar. La realidad, creo yo, es otra, la gente quiere divertirse.
     Ahora bien, no confundamos la diversión con el típico chiste facilón del pastelazo, no creo que la gente quiera ser tomada por idiota. Debemos buscar entretener a las personas respetando su inteligencia, contándoles historias que los saquen de su realidad cotidiana, montando los espectáculos escénicos buscando que la imaginación sea excitada a trabajar. Después de todo, en las palabras del magnífico Peter Brook, "la imaginación es un músculo que disfruta trabajando". Ésa es la forma de entretener a las personas, mientras creamos arte y cultivamos a los asistentes.
     Mi propuesta es cambiar el foco de atención de nuestros montajes, al momento de su creación. Estamos tan acostumbrados a trabajar pensando únicamente en nosotros, en lo que sentimos, en cómo nos vemos y oímos; que dejamos de lado el pensar en el público. ¡Y aún nos sorprendemos de que los foros locales se encuentren vacíos!
     El público no se acerca a la taquilla y compra un boleto para admirarnos, para aplaudirnos y hacernos dignos de adoración divina. La gente va a al teatro y, al comprar su boleto, nos está contratando, está confiando en nosotros para sacarlos del tedio diario, hacerlos olvidar sus problemas rutinarios y ayudarlos a sentir, imaginar, entretenerse. Ésa es una labor ardua y digna. Debemos asumirla con responsabilidad.


Guillermo Herrera

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