viernes, 10 de octubre de 2014

La pregunta que me ayudó a reflexionar

     Éstas últimas semanas he estado desconectado del blog porque tuve la oportunidad de participar en un taller con el objetivo de acrecentar mis conocimientos sobre el quehacer escénico. Precisamente al respecto van a ser mis próximas colaboraciones.
     Lo primero que les quiero compartir es lo que me ocurrió el primer día del taller. Como parte de una dinámica grupal, debimos presentarnos frente a los compañeros y contestar las preguntas que les nacieran a los demás, a fin de conocernos y romper las barreras que pudieran existir entre nosotros debido a la vergüenza social.
     Debo aclarar que no era un taller exclusivo para la comunidad teatral, se trataba de un taller de comedia y estaba abierto a todo aquel que tuviese interés en experimentar el roce con el público. Dio la casualidad que yo era el único profesional del teatro que me encontraba estudiando, lo cual habla también del menosprecio que tienen algunos colegas a la comedia y sus subgéneros (pero eso será tema de otra publicación). Aún así, nada me preparó para la pregunta que se me formuló.
     Resulta que uno de mis compañeros tomó la palabra y me preguntó, "¿qué te hace sentir que las ex-participantes de reality shows y demás pseudo-estrellitas con preparación nula (dijo nombres específicos pero no es mi cometido quemar a nadie) se hicieran al teatro y todos tuvieran sus "obras" en escena?
     Debo reconocer que me quedé sin palabras, ¿qué le contestas a alguien que te hace ésa pregunta? ¿Cuál es su intención al hacerla? ¿Quiere verme rabiar frente a todos? o ¿prefiere que siga mis instintos y llore?
     La cuestión no me es del todo ajena, es un tema tristemente recurrente dentro de la comunidad teatral. Sin embargo, ahí la respuesta está implícita, todos los odiamos, criticamos y avergonzamos de que presenten como obra de teatro lo que es nada más un programa de televisión con audiencia en vivo. No es lo mismo, aunque a muchos les pudiere parecer. Ambas actividades, pese a tener una finalidad común, contar una historia, tienen lenguajes

distintos y no se pueden desarrollar de la misma manera.
      Pero en ésta ocasión no estaba frente a mis colegas o alumnos. Ellos no buscaban una clase sobre mis pensamientos acerca de cómo debe hacerse y respetarse la actividad teatral. No quería ser visto, desde el primer momento del taller, como un pedante y antisocial actorcillo con aspiraciones artísticas supremas. Sin importar si lo sea o no.
     Por fortuna llegaron a mi mente las imágenes de Heath Ledger, Johnny Depp, Tom Waits y el mismísimo Sir Mick Jagger para rescatarme de mi predicamento. Todos ellos, en mayor o menor cantidad, se han metido a la actuación y, sin convertirse en los actores que el mundo esperaba, lo han hecho bastante bien, se conectan a la ficción, la viven y la transmiten con una convicción absoluta. Y el punto en común entre ellos es que ninguno estudió actuación.
       Por lo tanto, lanzo la pregunta al aire, ¿son necesarias las escuelas?
     Quizá sea incoherente que yo me refiera a éste tema, tomando en cuenta que me dedico a dar clases de actuación desde hace varios años. Sin embargo, escribo éste blog a partir del profesional de la escena que soy, no de mi parte docente. Por tanto puedo decirlo abiertamente, no son estrictamente necesarias.
      Partamos desde el hecho de que la nuestra es un oficio, uno hermoso, pero oficio al fin y al cabo.       Al denominarlo oficio no quiero menospreciarlo o catalogarlo como algo menor, al contrario, requiere de mucho trabajo para poder ser dominado y nunca dejas de aprenderlo. Sin embargo, al tratarse de un oficio, estamos hablando de alguna actividad que se puede aprender haciendo, practicando habitualmente, ejerciendo.
    Además, tomemos en cuenta que las escuelas que reverenciamos tienen apenas alrededor de una centuria de existencia. Comparado con el par de milenios desde los primero vestigios de teatro escrito, en Grecia, palidecen por su insignificancia.
     Lo anterior no quiere decir que antes se hacía teatro a ciegas. Había técnicas y escuelas (a falta de una mejor palabra) pero se han perdido en los anales del tiempo. Por ejemplo tomemos a la Comedia del arte, sabemos que existió, algunos de sus fundamentos, pero su técnica y forma precisa la desconocemos.
     Las escuelas evolucionan y se superponen unas a otras. ¿Esto quiere decir que las últimas tienen la verdad absoluta y las anteriores eran falacia? Lo dudo, después de todo, fue gracias a ellas que el teatro, ése arte que tanto amamos, ha sobrevivido hasta nuestros días.
     La razón por la que las "escuelas" anteriores se han perdido es porque se enseñaban como oficio, es decir, se pasaba de "maestro a alumno" a través de la práctica. No existían textos escritos, no había edificios especializados en su enseñanza, pero eso no quiere decir que fuera malo.
    Entonces, ¿se puede aprender a actuar sin ir a una escuela, solamente practicándolo? Si, si se puede. Se precisa, para lograrlo, de mucha constancia, un ojo auto-crítico muy agudo y el apoyo de alguien externo que te dé los "nortes" que necesitas para avanzar por el complejo camino de la actuación. Y va a tomar mucho tiempo.
    Por lo tanto, ¿cuál es la función de las escuelas? Pues, su importancia estriba en que acortan los pasos, el proceso se vuelve más veloz y eficaz, el camino es más claro. 

¿Qué opinan respecto a las escuelas de teatro? ¿Estudiaron en una? Compártannos en cuál y cuál fue su experiencia.

Guillermo Herrera

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