lunes, 1 de septiembre de 2014

Los críticos, Parte 3

     Al hojear cualquier publicación impresa de noticias de entretenimiento/cultura o al sintonizar cualquier programa de revista matutino nos toparemos con una creciente cantidad de autodenominados "expertos en cine" quienes buscan recomendarnos qué películas debemos ver ésa semana.
      La mayoría de dichos "conocedores" se limita (por decisión de la empresa o incompetencia personal) a leer la cartelera local. Si bien nos va, dan una breve sinópsis del filme en cuestión. Existen otros más aventados y/o conocedores que se aventuran a proveer al lector/escucha con una crítica en toda la extensión de la palabra.
     Eso es muy bueno porque, como ya les compartí en las primeras 2 partes de ésta serie (Los críticos parte 1 y parte 2) el trabajo de una crítico ayuda a acercar al trabajo con el público general, les facilita la selección de qué ver.
     Realmente me preocupa ésta desigualdad en número de críticos de cine versus los críticos de teatro porque, ¿cómo pretendemos generar mayor público si no los familiarizamos con las propuestas en cartelera?
Un principio lógico es decir, a mayor promoción de obras de teatro, entre más y mejores críticas y, en consecuencia un público enterado de la cartelera teatral, mayor el número de espectadores en las salas, ¿cierto? Entonces, ¿por qué no hacemos más publicaciones de críticas teatrales? ¿No queremos más personas en las salas?
     Siguiendo ésta lógica podemos concluir que si nos esforzáramos y, en un mundo utópico, lográramos publicar una crítica teatral por cada crítica cinematográfica, tendríamos una posibilidad de acercarnos a la enorme cantidad de público del que goza el séptimo arte.
     Dejando de lado la limitante cuestión de la oferta-demanda (poca gente se interesa en temas teatrales, por tanto se publican pocos escritos al respecto lo que genera que poca gente conozca y se interese en temas teatrales.) que termina por generar un círculo vicioso, la verdad considero que, aún teniendo todas las facilidades de nuestro lado, jamás podríamos tener igual número de críticos de teatro como los hay de cine. La razón, el arte escénico es más complejo. No quiero, con éste comentario, menospreciar el trabajo de los críticos de cine, algunos de los cuales respeto y atiendo con frecuencia (esté de acuerdo con sus opiniones o no), sin embargo, sí creo que es más difícil formular una buena crítica teatral por el simple hecho de que el teatro es más complejo por naturaleza.
     Nuevamente, no quiero sonar pedante, ni ofender con mi comentario a nadie. Definitivamente no quiero poner en un pedestal al teatro y acusar al cine de simplista. Yo he trabajado en ambos medios, escénico y audio-visual, tengo un alto respeto por ambos y pretendo continuar una carrera en ambos medios. No me refiero a su complejidad/facilidad de su concepción como arte creativo, sino estrictamente desde la perspectiva del espectador.

      He aquí las razones para mi conclusión:

1) Realismo fotográfico

     Como todos sabemos, el cine es una proyección de 24 fotografías por segundo, lo cual genera la ilusión de movimiento en la imagen.
    En otras palabras, el cine es un arte que nace del aprovechamiento de la tecnología usada para otra actividad artística, la fotografía.
     Por su naturaleza, la fotografía muestra, intentando crear una belleza estética en el proceso, algo físico, palpable, existente.
     El cine sigue éste principio. Aún en las producciones que usan (abusan) de la pantalla verde, se rigen en dicho principio. Quizá no exista algo real, algo que los actores puedan ver y a lo que puedan reaccionar. Sin embargo, se digitalizará aquello que se desea sea visto por el espectador. Eso genera un público pasivo, no tiene que involucrarse ya que todo se presenta frente a sus ojos.
     Por su parte, el teatro tiene una base simbólica. Resignificamos los objetos y las acciones que existen en el escenario. De tal manera que tenemos, como público, que completar aquello que se está representando en escena. Es decir, nuestra imaginación está activa, trabajando en compañía con los actores, para un buen desenvolvimiento de la historia.

     Básicamente, al ver teatro tienes que activar los mismos "músculos" creativos de nuestra imaginación, que aquellos que funcionan al leer un libro. No ves únicamente las palabras, generas las imágenes de lo que te están contando.

2) Disponibilidad de horarios

     Ésta es una razón bastante obvia. Razón además del por qué el cine y el teatro no son y jamás serán una competencia, horarios.
    Cualquier persona (los críticos incluidos) puede ir a ver una película en una considerable cantidad de salas de proyección y vario horarios. Lo cual le da una flexibilidad a su agenda. Si de todas formas es imposible alcanzar una de éstas funciones, puedes verla en la comodidad de tu casa ya sea en disco (DVD/BlueRay) o streaming. Eso hace que siempre se encuentre un momento conveniente para ver una película.

   El teatro, por su parte, nos presenta una limitación, sólo puedes presentar un número limitado de funciones al día, porque los actores se van a cansar y el foro tiene un horario de trabajo. Además, puedes presentar una obra en un sólo foro a la vez, lo que obliga al espectador (nuevamente, incluido el crítico) a trasladarse a sitios, quizá lejos de su hogar.
     Esto no hace del teatro una actividad inconveniente per se, pero sí le agrega unas dificultades que muchas personas, por desgracia, adoptan como razones de peso para no asistir a vivir la gran experiencia del teatro.

3) Experiencia en vivo

    Sí, sé que este punto puede considerarse una de las mayores fortalezas de un espectáculo teatral, las emociones transmitidas por una persona de carne y hueso son más intensas que las que podemos recibir de una imagen proyectada. Sin importar el maravilloso trabajo actoral del cineasta.

   Pero muchas personas se sienten intimidadas por la fuerza sensorial, se sienten expuestas. Por el contrario, la oscura sala del cine, donde no se me exige ningún trabajo y me puedo volver un ente anónimo y pasivo, se convierte en un atractivo "refugio".

4) Precio

     Si, éste es un punto que nos pega bastante, la economía.  Como ya dije antes, una película se filma una vez y se puede proyectar en decenas, centenas o millares de salas alrededor del mundo, con 5 funciones diarias en cada una. Además, los involucrados en su creación ya hicieron su trabajo y no deben hacer el esfuerzo nuevamente, es decir, la película gana sin tener que pagar salarios nuevamente. 
     Por el contrario, el teatro se debe generar el mismo esfuerzo a cada función que se realice. Eso aumenta los costos de realización, al menos no los reduce. Cada función nos cuesta lo mismo que la anterior, tanto en esfuerzo como monetariamente, ya que se le debe pagar a los actores y equipo técnico cada vez que trabajen, cada que se presente una función.
     Lo anterior hace que tengamos que cobrar al espectador un boleto ligeramente más costoso que aquel del cine. Y todos sabemos el peso que tiene la economía sobre nuestras decisiones.

5) La misma experiencia, las veces que sea.

     Éste punto es el que considero el mayor desafío para un crítico de teatro y la razón por la que coloco su esfuerzo por encima de su contraparte cinematográfica, la naturaleza efímera del teatro.
     En pocas palabras, una película, una vez que ha sido filmada y editada, va a mantenerse igual, el actor va a reaccionar siempre de la misma forma, la música entrará en segundo exacto para generar la emoción deseada, la transición de escena a escena siempre será el igual. Sin importar si se ve en el cine o en casa, en invierno o primavera, de día o a media noche, la película siempre será igual... bueno... a menos que la haya dirigida Steven Spilberg o George Lucas, entonces cambiará cada 5 años. Pero la naturaleza del cine dicta que, película terminada, siempre se mantiene igual.
      El teatro, por su parte no puede responder a tal principio. Es un arte efímero, lo que lo hace pasajero. Se reinventa al inciar una función nueva.
     El teatro es una experiencia que se genera a partir de la combinación de 3 elementos básicos, el material, los actores y el público.A falta de uno de los tres, la función de teatro es imposible. 
      El único elemento del trinomio que no es tan susceptible a cambiar de una función a otra es el material, la obra escrita. Por lo general, se presenta siempre los mismos textos. Quizá se hagan unas modificaciones después de las primeras funciones, para corregir algún momento que no haya funcionado como se tenía planeado, sin embargo, llega un momento en que aterrizamos en un texto que mantendremos igual a lo largo de la temporada. 
     No así los actores. Y no me refiero al hecho de que vayamos a cambiar el elenco cada 5 minutos. Eso haría un grupo teatral inestable. Sino al hecho de que, por más profesionales y experimentados, somos seres que estamos trabajando con nuestras emociones, las cuales, se ven afectadas por el día a día. Esto no implica que vamos a dar una gran función un día y algo terrible al siguiente. Las afectaciones de las que hablo son sutiles, algunos podrían tacharlas de intrascendentes pero afectan el resultado, lo hacen distinto cada vez.
      Por si esto no fuera suficiente, el público no es el mismo de una función a otra. Y aunque lo fuera, al igual que los actores, no están siempre igual, se ven afectados por su rutina diaria. Y, si bien no están activamente en el escenario, afectan la función de una manera fundamental. Ya lo decía Shakespeare:

"El éxito de una broma yace en el oído de aquel que la escucha, nunca en la lengua de aquel que la hace."

   ¿Cómo realizar una crítica coherente de algo que está tan sujeto a tantas variables? Con muchísimo esfuerzo. Por eso hay tan pocos que lo realicen.

Guillermo Herrera

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