martes, 8 de julio de 2014

El FITEC o lo que aprendí viendo trabajar a los teatreros del futuro.

     La semana pasada tuve la oportunidad de participar como jurado en un festival de teatro celebrado en una escuela local. 22 obras de teatro en 4 días. (Ésa es la razón por la cual no hubo publicación esos días). Una muy interesante experiencia en la cual tuve oportunidad de aprender bastante, no sólo de las obras presentadas, sino también de mis compañeros de jurado.
     Quedé realmente impresionado por la calidad de los trabajos, sobre todo tomando en cuenta que fueron realizados completamente por los alumnos, sin apoyo de ningún maestro, y fuera del horario de clases (no van a recibir ningún crédito escolar por la actividad) es decir, literalmente lo están haciendo por amor al arte y para aprender haciendo.
     Entre muchas sorpresas, surgió una diferencia en la opinión del jurado, algunos veíamos una de las obras fuera de tono, otros la veían correcta. Eso no hizo nuestro trabajo, de ninguna manera, más complicado, ni generó roces entre nosotros, al contrario todos aceptábamos la opinión de los demás. Por supuesto que es de destacar la complejidad de la actividad teatral cuando varias personas, encargadas de observar lo mismo, con el mismo criterio de evaluación, podemos terminar con opiniones encontradas al respecto. Si así es en un reducido jurado de 4 integrantes, ¿qué tan difícil es agradar a una sala con decenas o centenas de personas en la audiencia?
     Quedé gratamente sorprendido con los trabajos de los estudiantes, alumnos que dieron todo de su parte para lograr un producto de calidad. No podemos decir que todos los montajes fueron buenos pero, aún en aquellos más débiles, se notaba el compromiso que tenían, se hacía evidente que tomaron el trabajo con responsabilidad y respeto hacia ambos, el arte escénico que están aprendiendo y el público que presenciamos sus puestas. 

     Dentro del festival se hicieron evidentes 2 cuestiones que influyeron en la calidad final de los trabajos:

1) Ver teatro regularmente, se nota.

     Así es, a leguas se notaba quienes han visto mucho teatro y quienes sólo se pretenden formar viendo algunas cosas en televisión.
     El teatro es un arte creativo, como tal tiene un lenguaje, una forma de codificar los mensajes que estamos intentando transmitir al público (sé que suena como una receta de cocina pero dista mucho de ello) y, aunque es cierto que el estudio puramente teórico ayuda a aprender la construcción de dicho lenguaje, no hay nada mejor que verlo en acción, en vivo, para poder asimilarlo y después ponerlo en práctica. El teatro se aprende, no sólo haciéndolo, sino también con las pompas, sentándose y viendo cómo otros lo hacen. 
Por supuesto, ésto no quiere decir que si vas a ver una obra de teatro vas a aprender todo lo que necesitas para realizar un montaje propio. El teatro es un arte complejo y, por ello, necesitas ver muchos ejemplos, gran variedad, para empatar lo que ves con lo que estas aprendiendo en los libros de teoría,porque no debemos dejar de lado el esfuerzo que han hecho los estudiosos del pasado por aterrizar éste complejo universo de la actuación en asimilables palabras y ejercicios.
     ¿Cuánto teatro hay que ver para aprender? Todo el que puedas. Ve teatro de todo tipo, de todos los géneros y estilos. Ve grandes obras de teatro y también trabajos fallidos (no vamos a poder evitarlos) porque sólo nutriendo tu ojo crítico de cosas buenas y malas, vas a poder poner tu trabajo en perspectiva objetiva.
     Antes de ser creativo es imprescindible que te conviertas en público.
    ¿Por qué hago tanto hincapié en el teatro y dejo de lado el cine y la televisión? Si bien tienen un fin común, contar una historia, los medios son completamente distintos. Y, discúlpenme aquellos que optaron por prepararse para estar únicamente ante una cámara, el teatro es la base de todos, es el único medio donde el actor es artífice de todo el universo. En el cine, la televisión, la radio, etc. nuestro trabajo es manipulado, antes y después de nuestro esfuerzo, por directores y editores quienes llevan la batuta de lo que el público va a presenciar. Todos los medios son loables y encantadores pero, si lo que deseas es aprender el arte del histrionismo, el teatro es la cuna de tu preparación.

2) Hay que saber poner en perspectiva nuestras capacidades.

     Este punto es complicado, tanto de explicar como de lograr. La razón por la que lo enlisto es porque vimos, en varios trabajos, que éste mal se hizo presente. Eligieron textos hermosos, interesantes y con historias dignas de ser vistas, se notaba que se esforzaron en encontrar el libreto de sus sueños pero, por desgracia, no se percataron que no estaban listos para él. Es triste ver un montaje en el cual el texto les queda grande a los actores.
     Lo anterior puede ocurrir por dos razones principalmente:
          A) No se dieron cuenta de la complejidad de la historia. Cuando leemos un texto dramático nos atrae de él la historia o los diálogos o alguno de los personajes etc. Sin embargo, nuestra primer lectura es superficial y "primitiva", sólo nos llaman la atención aquellos elementos atávicos.
     El error que podemos cometer en este punto es quedarse con aquella primera lectura. Debemos aprender a extraer del texto más cada vez que lo releamos, y esta de sobra decir que no podemos leer únicamente 2 o 3 veces el libreto que estamos trabajando;sólo así podremos dar el salto de ser un simple "relator de diálogos" a ser un personaje vivo que evoque imágenes, relaciones y sentimientos. Sólo así podremos aprovechar al máximo la complejidad del lenguaje teatral.
         B) Los personajes no se adecuan a los actores. Se tiende a pensar que somos actores y, por tanto, podemos convertirnos en cualquier persona. Por desgracia no es así. Estamos limitados por varios elementos, entre ellos nuestra edad, nuestras experiencias y cultura, nuestra técnica. 
     Es decir, si nuestro texto requiere personajes de 70 años y sólo cuento con actores que apenas llegan a sus 20, debería abortar la misión, esperar otro momento para montarlo. Las características físicas que poseemos distan mucho de las que el personaje requiere, simplemente por la enorme diferencia de edad. Y, es cierto, el cuerpo se puede trabajar (de ahí que nuestro desarrollo técnico influya en el resultado), se puede modificar y, con maquillaje, podemos adecuar nuestra apariencia. Sin embargo, lo que ha vivido una persona de 70 años es muy distinto de las experiencias que tiene un joven de 20. ¿Cómo obtener 50 años de vivencias en unas cuantas semanas? ¿Es posible? En unas cuantas semanas, no lo creo. Me parece posible modificarte física y mentalmente (repito, con el desarrollo técnico adecuado) sin embargo, requiere largos ensayos diarios durante un considerable lapso para ser conseguido. No es una tarea fácil.
     El problema estriba cuando no medimos la cantidad de trabajo que requerimos para que, aplicando los conocimientos que poseemos, podamos lograr el resultado esperado. Y no deberíamos permitirnos mostrar ningún trabajo que no haya alcanzado nuestras expectativas. "Dar de alta" un montaje para el cual tuvimos que empequeñecer nuestros objetivos, es una traición a nuestro esfuerzo, un insulto al público y una pérdida de tiempo.
     Por muy difícil que sea, debemos aprender a ser objetivos y ubicar el alcance de nuestras capacidades. Es la única forma de poder, poco a poco, acrecentarlas. 

   En conclusión, aprendí bastante formando parte del jurado del FITEC. Tanto, que, para poderlo compartir todo, voy a tener que publicar varios escritos. Me encantó ver a tantos jóvenes con tantas ganas de hacer buen teatro. Definitivamente, en un futuro próximo la competencia va a estar muy fuerte.

Guillermo Herrera

Facebook: HePa Teatro
Twitter: @HePaTeatro
Google+: Guillermo Herrera (HePa Teatro)

No hay comentarios:

Publicar un comentario